Una jornada en modo slow life…

Ninguna reunión de trabajo por organizar, ningún horario que respetar ni informe que redactar… Solo una consigna: pasárselo bien. Inspiro, espiro… Y suelto amarras. En eso consiste la slow life.

9.30 h   Abro un ojo. Lo cierro. Es demasiado pronto para levantarse.

 

10.00 h Me levanto. Tomo un gran vaso de agua y tres albaricoques y enfilo hacia la piscina. Un salto, varios largos y, ahora sí, ¡que comience el día!

 

10.45 h Vuelta al alojamiento pasando por el pequeño horno de pan del camping. Un fantástico desayuno a la sombra de los árboles: zumo de naranja recién exprimido, pan de cereales, mermelada casera y queso de cabra…  Los productos locales del mercado del camping son tan prácticos como deliciosos.

 

11.30 h Lectura bajo los olivos. ¿Revolotea una mariposa? Me tomo tiempo para admirarla.

 

12.00 h Ataco el segundo capítulo del libro. Un pajarillo de colores viene a saludarme. No me muevo para prolongar el encuentro…

 

13.30 h No me ha dado tiempo a preparar nada para comer así que pongo rumbo al restaurante del camping.

 

14.30 h Se impone una siesta, pero de no más de 40 minutos seguidos. Tampoco hay que pasarse…

 

15.10 h ¿Y si esta tarde pruebo el golf? Un verdadero deporte slow life en plena naturaleza… y sin necesidad de moverse del camping. ¡Déjese tentar!

 

18.30 h Aperitivo al borde de la piscina con los amigos. ¿Qué más se puede pedir?

 

20.30 h Barbacoa con amigos. ¿No le ha dado tiempo a hacer la compra? No se estrese, el camping le ofrece un mercado nocturno y un pequeño supermercado.

 

23.00 h ¿Y si miramos al cielo? ¡Oh! ¡Una estrella fugaz! Pido un deseo a todo correr: que la próximas vacaciones sean tan agradables y tranquilas como éstas.

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