Visitas culturales: el dúo ganador

Lunes: piscina. Martes: excursión. Miércoles: bici. ¿Y si intercaláramos una visita cultural entre dos actividades al aire libre?

¡Ah del castillo!

Los libros infantiles están repletos de caballeros y princesas, así que cuando los niños llegan al lugar donde viven sus héroes, dan saltos de alegría (ningún problema porque los techos son altos).

Mírelo: seguro que hay algún castillo cerca de su destino de vacaciones, ya sea cátaro o medieval, fortificado o encantado. Asomarse por las almenas, ascender por las escaleras de caracol, encontrar las oscuras mazmorras y descifrar las inscripciones de los muros... ¡son mil y una las formas de divertirse!

El puente levadizo y las aspilleras siempre causan sensación y algunos lugares ofrecen reconstrucciones históricas con trajes de época y exhibiciones de cetrería... ¡Quedarán impresionados!

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Carne de gallina en el fondo de la cueva

Otro elemento importante del patrimonio cultural son las cuevas. Fascinan a los pequeños y consiguen que los adultos vuelvan a la infancia... Los extraños colores de las piedras, el ambiente fresco o el calor húmedo, el divertido eco, las increíbles formas que parecen monigotes o casas estrafalarias... ¡Todo un universo mágico para explorar!

Observe en familia las estalactitas (las grandes puntas que bajan) y las estalagmitas (las que suben). También se puede llevar unos lápices y papel y organizar un superconcurso de dibujo. Con los adolescentes, juegue a contar historias de miedo: al que se le ocurra la historia más aterradora a seis pies bajo tierra, gana.

Por último, si tiene la suerte de encontrarse cerca de una cueva con pinturas prehistóricas ¡no se la vaya a perder! ¡Sus hijos recordarán esa visita durante el resto de su vida!

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Un pequeño extra divertido-cultural

Sugiera a sus hijos que se disfracen para hacer las visitas: como caballeros y princesas para descubrir los castillos, como hombres y mujeres prehistóricos para adentrarse en la cueva. ¡Les va a encantar!

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